La película cuenta la
historia del sacerdote Daens, que vive en el siglo XVIII. Es destinado a
Bélgica, y allí descubrirá cómo los obreros de una pequeña ciudad son
explotados por un sistema capitalista, controlados por un puñado de ricos que
tan solo ansían más y más riquezas, aun sabiendo lo que esto trae consigo: el
hambre, la pobreza y la miseria de estos obreros, que cobran un salario indigno
por sus largas jornadas de trabajo y que en ocasiones son despedidos tan solo
por su edad o por sus ideologías políticas. Daens jugará aquí un papel
importantísimo, adentrándose en el camino de conseguir la igualdad entre todos
los ciudadanos, en todos los sentidos.
Nos
ha impresionado mucho la sobre explotación inhumana que sufren los obreros a diario por la
sociedad capitalista en la que les ha tocado vivir. Estos
trabajadores, siendo conscientes de que son manipulados, controlados como si
tan solo fueran marionetas que el titiritero puede desechar cuando ya no
le resultan útiles, siguen acudiendo día a día a su lugar de trabajo, con
jornadas de más de 10 horas, en el que no existen medidas de seguridad ni
precauciones, y el mínimo descuido puede provocar la muerte. Esas explotaciones
como las que podemos ver en la película existen y han existido siempre a lo largo de la Historia. Cuando unas
pocas personas controlan el poder, son muchos los afectados por su ilimitada autoridad. Las ciudades o pueblos que están
sometidos a la voluntad de estos tiranos deben hacerse
oír; no pueden permanecer más tiempo callados frente a las
injusticias. Aunque a veces resulta muy difícil gritar, sobre todo
cuando tienes a tu cargo una familia entera que alimentar.
Algo
a destacar era la importancia de la prensa era uno de los pocos medios de
comunicación existentes en aquella época, y los diferentes diarios informaban
de los cambios que se iban produciendo en el país,
según su diferente punto de vista e ideologías políticas. En una sociedad como la
que nos muestra la película, son pocas las personas que saben
leer y que tienen
un mínimo de cultura. Tan solo los ricos, como el clero y otros sectores
acomodados de la
población, gozaban de saber. Los repartidores de prensa podían leerles las
noticias del periódico que ofrecían.
Los obreros, ya fueran
hombres o mujeres, niños o ancianos, trabajaban en las fábricas industriales
que dirigían y gobernaban los ricos. Cobraban un mísero
salario por las
largas e intensas horas que pasaban allí. Aparte de eso, los trabajadores
vivían en pequeñas chabolas, en barrios
obreros en
los que se respiraba un ambiente de suciedad. Los cadáveres de las personas que iban
muriendo por las pésimas condiciones de salubridad o por el duro trabajo, eran
arrojados al río o simplemente tirados en la calle hasta que se descomponían. Como si
fuese poco, los obreros tenían que trabajar durante jornadas de más
de 10 horas sin descanso alguno. Tengamos en cuenta que hoy en
día lo máximo son 8 horas diarias. No existía ningún tipo de precaución en las fábricas en las que trabajaban,
estando al riesgo de la muerte en cualquier simple tarea. Sobra decir
que no disponían de ningún tipo de seguro.
Los niños menores
de 12 años ya
empezaban a trabajar en las fábricas, y eran tratados igual que los demás
trabajadores, pero incluso se les pagaba menos, como a las
mujeres y ancianos. Y muchas de las jóvenes tenían que soportar el acoso de los degenerados
capataces.
Por un lado, los ricos patronos
apenas daban explicaciones coherentes a sus explotaciones. Para ellos debía de existir un grupo de pobres que rindiera en sus fábricas y les
sacara partido. Los patronos intentaban hacerlos
callar, subiéndoles mínimamente el salario u ofreciéndoles alimentos para evitar la propagación de las
amenazantes voces socialistas.
Por otro lado, los sacerdotes muestran una actitud
muy conservadora y
no apoyan las reivindicaciones de los trabajadores, pero eso no quita que Daens,
aun siendo solo una persona, represente mínimamente a la Iglesia ,
que también lleva a cabo una gran labor social en nuestros días. Pero el grupo social,
como conjunto, más activo y mejor observable, es sin duda el formado por los trabajadores de las fábricas
textiles, el proletariado de tendencia comunista.
Dentro de la iglesia,
se aprecia cómo alguno con buena posición social se vuelve consciente de la situación y
se une al partido obrero. La prensa también ejerce como instrumento
de presión y
difusor de ideas cuando Daens publica una serie de artículos con sus pretensiones.
El Parlamento
belga se levanta
en contra de Daens, y hace que lo manipulen y lo tengan
controlado, poniendo fin a su tarea de protesta. Pero gracias a las palabras de una mujer
obrera, rectifica y retoma su labor. Otro hecho
destacable del Parlamento fue cuando al convocar elecciones, juegan a su
favor con los fallos ortográficos del proletariado a la hora de elegir a
su candidato Daens, y los toman como votos inválidos, aunque
finalmente Daens resulta vencedor.
Por
otra parte, la Iglesia Católica, en mayoría,
se opone a cualquier
reforma que
beneficie a los obreros y pueda peligrar su posición, poder y prestigio, y se
muestra prepotente, agresiva y tramposa.
Pero Daens, aunque tenga que ser por su propia cuenta, lucha y consigue lo que
se propone, a pesar de las continuas amenazas que recibe de “sus compañeros”.
Hay
un malestar entre los católicos y los socialistas porque la Iglesia
abusa de su
poder para sí y
no mira por el bien del resto, que es la gran mayoría de la población.
Simplemente están utilizando los principios y cargos religiosos no por predicar
la fe, sino con el fin de llevar una vida cómoda y repleta de lujos.
Al mismo tiempo, el proletariado, que trabaja bajo un horario excesivo y con
unas condiciones laborales y salariales pésimas, se revelan y se proponen
cambiar esa situación tan injusta y desfavorable.
Con
esta reflexión de la última frase de Daens que dice ‘’El enemigo es aquel que
explota y el amigo el que sufre con nosotros y cerca de nosotros’’ , Daens
quiere hacer ver a los obreros que la clave de todo está en permanecer unidos, mostrando complicidad
y fortaleza; porque si hay algo que tienen en
común es que
persiguen y luchan contra lo mismo: demandan una vida
digna en todos los sentidos, y para eso es necesario e
imprescindible enfrentarse a su enemigo universal, la Iglesia Católica